
Redactora técnica experta en DeFi, blockchain, análisis técnico y fundamental del mercado de criptomonedas. Más de ocho años asesorando a particulares y empresas.
Esta convergencia refleja una mayor madurez financiera de la principal criptomoneda, que ha reducido su volatilidad y ralentizado su crecimiento frente al oro.
El metal dorado ha vuelto a demostrar su fortaleza como refugio de valor, alcanzando los 3.635 dólares por onza en términos ajustados por inflación, una cifra que no se veía desde la década de los ochenta.
Mientras tanto, Bitcoin cotiza en torno a los 114.600 dólares, beneficiándose también del actual contexto económico marcado por las expectativas de recortes en los tipos de interés de la Reserva Federal.
La subida del oro no es casualidad. Los últimos datos del Índice de Precios al Consumo estadounidense correspondientes a agosto revelan una inflación anual del 2,9%, superior al 2,7% de julio y por encima de las previsiones. Este repunte inflacionario refuerza el atractivo del metal precioso como cobertura contra la pérdida de poder adquisitivo.
There it is:
Inflation adjusted gold prices have officially hit a new record high for the first time since the 1980s.
Inflation + rate cuts = gold's dream setup. pic.twitter.com/eS7blRIHkQ
— The Kobeissi Letter (@KobeissiLetter) September 11, 2025
Sin embargo, el Índice de Precios al Productor ofrece una perspectiva más optimista, situándose en el 2,9% frente al 3,3% previsto. Este indicador, que suele anticipar la evolución del IPC en los próximos meses, sugiere una posible moderación de las presiones inflacionarias y alimenta las especulaciones sobre un recorte de 50 puntos básicos en la reunión de la Fed del 17 de septiembre.
La demanda de oro en 2025 ha experimentado un impulso considerable, impulsada por las tensiones geopolíticas globales. Los conflictos comerciales, la inestabilidad política, las elecciones estadounidenses y los enfrentamientos en Oriente Próximo han reforzado su papel como activo refugio.
Los bancos centrales de mercados emergentes, especialmente China, India, Rusia y Turquía, han incrementado notablemente sus reservas auríferas. Esta estrategia responde a la necesidad de reducir su dependencia del dólar estadounidense en un contexto de crecientes preocupaciones sobre la estabilidad de la divisa norteamericana y las posibles sanciones.
El descenso del índice del dólar ha abaratado el oro para los compradores internacionales, mientras que las expectativas de bajadas de tipos reducen el coste de oportunidad de mantener activos que no generan intereses. Esta lógica se extiende también a Bitcoin, frecuentemente denominado «oro digital».
Ambos activos han mostrado comportamientos cíclicos similares a lo largo de la historia, aunque Bitcoin se desacopló del oro en diciembre de 2012 para superarlo ampliamente. No obstante, los datos de septiembre de 2025 sugieren que se ha alcanzado cierto equilibrio entre ambos.
Esta convergencia refleja una mayor madurez financiera de la principal criptomoneda, que ha reducido su volatilidad y ralentizado su crecimiento frente al oro.
Sin embargo, indicadores como la emisión de 2.000 millones de USDT por parte de Tether —la primera desde diciembre de 2024— sugieren que las criptomonedas podrían recuperar impulso y experimentar un nuevo repunte, siguiendo patrones similares a ciclos anteriores, aunque por el momento siguen rezagadas respecto al rendimiento histórico del oro.
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