
Redactora técnica experta en DeFi, blockchain, análisis técnico y fundamental del mercado de criptomonedas. Más de ocho años asesorando a particulares y empresas.
En definitiva, el récord del oro no desacredita la narrativa del bitcoin como «oro digital»: la ilumina.
El oro ha cruzado la barrera de los 3.580 dólares por onza el pasado 7 de septiembre, alcanzando un nuevo máximo histórico que reaviva el debate sobre el bitcoin como «oro digital». Mientras algunos defienden que el metal precioso mantiene su supremacía como activo refugio, otros argumentan que esta escalada refuerza la narrativa del bitcoin como alternativa digital. ¿Estamos ante una competencia directa o una complementariedad estratégica?
El metal dorado cotiza actualmente a 3.586 dólares por onza, un nivel sin precedentes que refleja una progresión constante desde principios de año. Esta subida responde principalmente a las expectativas de relajación monetaria por parte de la Reserva Federal estadounidense, cuyas próximas decisiones mantienen en vilo a los mercados globales.
Las tensiones geopolíticas persistentes y la demanda institucional han contribuido significativamente a este rally. Los bancos centrales se han erigido como los principales compradores, adquiriendo más de 1.100 toneladas durante 2024, tendencia que se mantiene firme este año. El oro ha consolidado definitivamente su estatus como activo de reserva imprescindible.
Los fondos cotizados respaldados por oro han registrado entradas netas superiores a 5.500 millones de dólares solo en agosto de 2025, elevando el patrimonio total a un récord de 407.000 millones de dólares. Las instituciones buscan protección frente a la debilidad del dólar y la desaceleración económica mundial.
Otras criptomonedas que van a explotar
Mientras el oro bate récords, el bitcoin se mantiene en torno a los 111.200 dólares. Calificado frecuentemente como «oro digital», comparte con el metal precioso una característica fundamental: la escasez. Si el oro está limitado por los recursos físicos, el protocolo Bitcoin establece un techo inmutable de 21 millones de unidades.
Esta particularidad atrae cada vez más a inversores institucionales. Los ETF de bitcoin al contado experimentan entradas netas crecientes, confirmando el interés por una exposición regulada al activo. Sin embargo, la volatilidad del bitcoin, considerablemente superior a la del oro, sigue frenando su adopción como valor refugio pleno.
Estadísticamente, la correlación entre oro y bitcoin permanece débil pero positiva, rondando el 0,3 en los últimos doce meses. Esto indica que ambos activos evolucionan ocasionalmente en la misma dirección, aunque de forma desigual.
El bitcoin atrae a una tipología diferente de inversores. Mientras el oro seduce a bancos centrales y fondos tradicionales, el bitcoin capta inversores más especulativos y sensibles a la innovación tecnológica. No obstante, el crecimiento de los ETF estadounidenses al contado, que ya manejan decenas de miles de millones de dólares, comienza a aproximar ambos perfiles inversores.
La cuestión clave radica en determinar si oro y bitcoin compiten o se complementan. El primero goza de un estatus consolidado como valor refugio, respaldado por compras soberanas y estabilidad. El segundo capitaliza su escasez programada y el creciente interés institucional.
Ambos activos reaccionan de manera distinta a los ciclos de mercado, pero comparten un motor común: desafiar a las monedas fiduciarias y proteger contra la inflación. Los umbrales técnicos a vigilar son 3.600 dólares para el oro y 113.000 dólares para el bitcoin. Si la Reserva Federal recorta tipos, ambos activos podrían avanzar simultáneamente.
En definitiva, el récord del oro no desacredita la narrativa del bitcoin como «oro digital»: la ilumina.
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